Dennis McKenna es un investigador etnobotánico de renombre mundial, cofundador del Instituto Hefter y fundador de la nueva organización, la McKenna Academy for Natural Philosophy. En su charla en AYA2019, McKenna exploró la noción de la inteligencia vegetal, describiendo cómo las plantas se comunican a través de moléculas mensajeras, y cómo las redes hiperconectadas entre organismos constituyen la base de la vida en la Tierra.
La inteligencia vegetal
Hace unos años, la idea de que las plantas son inteligentes habría sido ignorada por la mayoría de la gente. Para mucha gente, la inteligencia vegetal no es un concepto sencillo de entender. Sin embargo, ahora se está dando un reconocimiento creciente de que las plantas, en algunos aspectos, muestran una forma de inteligencia.
¿Qué queremos decir con inteligencia? La definición habitual es la capacidad de aprender, razonar, comprender, y la exhibición de diversas formas de actividad mental, como el pensamiento abstracto, pero ésta es una definición antropocéntrica. Existe otra definición: podríamos decir que la inteligencia es la capacidad de responder de manera óptima a los desafíos presentados por el entorno y las circunstancias. Ésta es la definición que podemos aplicar a las plantas cuando hablamos de inteligencia vegetal. Las plantas son expertas en adaptarse a las circunstancias en las que se encuentran, utilizando diversos mecanismos para hacerlo.
Los humanos tenemos mucho que aprender de las plantas sobre adaptación. Necesitamos escuchar mucho más a lo que nos dicen las plantas.
Resulta que no necesitas un cerebro para ser inteligente. Lo que se requiere son redes neuronales, o redes hiperconectadas, que están en todas partes en la naturaleza, no solo en las vías neuronales y, a menudo, no hay cerebros involucrados. El cerebro es uno de los objetos más complejos del universo conocido y el más estudiado. Toda la transducción bioquímica del cerebro está mediada por la red de comunicaciones neuronales.
Citando a Salvador Dalí, «yo no tomo drogas, yo soy droga». Ésta es una verdad profunda: somos seres bioquímicos. Los neurotransmisores cerebrales y las moléculas mensajeras de las plantas evolucionaron a partir de los mismos precursores evolutivos y probablemente cumplían funciones similares. Por lo tanto, no es sorprendente que las plantas contengan compuestos semejantes a neurotransmisores que actúan sobre los receptores cerebrales. Es por eso que cuando ingerimos compuestos de plantas suceden cosas interesantes.
Fotosíntesis y moléculas mensajeras
Cuando Dennis McKenna tomó ayahuasca por primera vez con la UDV en São Paulo, tuvo su primera experiencia transformadora con esta medicina. En ella obtuvo una profunda revelación visionaria sobre la fotosíntesis, ese importante proceso que forma la base de la vida misma. Esta experiencia lo dejó preocupado por el futuro de nuestro planeta. Ahí recibió un mensaje importante: «Ustedes los monos creen que son quienes dirigen el espectáculo».
Son las plantas las que están dirigiendo el espectáculo en este planeta. Sin ellas, no habría vida en la Tierra. El mensaje que Dennis recibió fue que las plantas no nos dejarían destruir el planeta.
El proceso de la fotosíntesis es uno de los mayores descubrimientos de todos los tiempos. Las plantas pueden capturar energía del sol y usarla para crear una enorme variedad de moléculas orgánicas, utilizando tan solo luz solar, agua y dióxido de carbono. Cualquier planta es un experto en química. En el proceso controlan los principales factores a nivel de la biosfera que hacen que la Tierra sea compatible con la vida.
Hay algunos compuestos secundarios que no se consideran necesarios para la vida y que no se encuentran en todas las plantas. Estos compuesto hacen la función de moléculas mensajeras. Las plantas responden a su entorno a través de la química: no pueden moverse ni escapar de los peligros, pero sí pueden (y lo hacen) usar moléculas para mediar sus relaciones con otros organismos en su entorno. Las funciones principales son defensa, semiosis o simbiosis. Esta última función es realmente interesante: la simbiosis es la formación de una alianza entre diferentes especies para obtener beneficios mutuos. En simbiosis es como funciona la biosfera, en un proceso mucho más importante que el de competencia.
Estos compuestos, por tanto, pueden considerarse como los neurotransmisores de la mente de Gaia. El lenguaje de las plantas es la química. El reino vegetal utiliza la química para comunicarse y regular las interacciones con todos los organismos y ecosistemas de la biosfera.
“El cerebro no es necesario para la inteligencia“ ~ Dennis McKenna en #AYA2019 Clic para tuitearEntonces, ¿quién necesita un cerebro? Los cerebros no son necesarios para la inteligencia: es más, quizás nuestros cerebros son impedimentos. Lo que se requiere para la inteligencia son sistemas hiperconectados de comunicación y retroalimentación. En los bosques, todo el ecosistema está regulado por redes micorrícicas muy complejas, comunicándose a través de transducciones de señales mediadas por moléculas mensajeras vegetales. Los árboles y los hongos son el internet del bosque.
La hipótesis de Gaia
Este concepto, que se encuentra en las tradiciones más antiguas, habla de cómo la Tierra está viva y es nuestra Madre. La hipótesis de Gaia, de James Lovelock, habla de cómo todos los organismos de la Tierra modulan activamente el ecosistema global para mantener las condiciones planetarias dentro de los límites relativamente estrechos que permiten que exista la vida.
Así, podemos decir que la Tierra está viva. Hay parámetros críticos que la Tierra debe regular activamente para mantener la Tierra habitable: por ejemplo la temperatura, la salinidad y el pH de los océanos, la composición atmosférica y la temperatura de la superficie. Y éstos son los mismos parámetros con los que estamos jugando de manera peligrosa, desestabilizando potencialmente algunos de estos procesos hasta el punto de que no van a poderse recuperar.
Como McKenna declaró en esta entrevista en Reality Sandwich, el mensaje de la ayahuasca a la humanidad es claro: «¡Despierta!». Despierta tu relación con la naturaleza. Despierta la responsabilidad que todos tenemos de cuidar el planeta. Y lo más importante: ¡ponte en acción!
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