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    Perspectivas – Navegando por la complejidad del mundo etnobotánico a través de puntos de vista personales.

    En los últimos meses, la policía española ha intervenido varias veces en diversas ceremonias con medicinas tradicionales, desde yopo hasta ayahuasca. El hecho de que todas las operaciones hayan sido ejecutadas por el grupo anti-sectas de la Policía Nacional muestra los resultados de una preocupante nueva tendencia en España, desarrollada en el último año, en la que algunos medios de comunicación están haciendo una asociación directa y simplista entre «ayahuasca» y «sectas». Es importante analizar esta tendencia, ya que esta vinculación de la ayahuasca con las sectas resulta tendenciosa y sensacionalista, además de atentar contra la libertad religiosa y los derechos humanos. Aunque sólo esté en el radar en España, esta preocupación puede extenderse a otras jurisdicciones, como Francia, un país con una fuerte legislación anti-sectas.

     

    Casos públicos: un contexto regional

    El pistoletazo de salida lo dio la operación policial que tuvo lugar el pasado 5 de octubre en Asturias durante una ceremonia de yopo* (rapé psicoactivo), que culminó con la detención de cuatro personas. La operación implicó el despliegue de unos 50 agentes llegados de Madrid y fue dirigida por el grupo de sectas destructivas de la Policía Nacional, tras una denuncia anónima por correo electrónico. La nota de prensa publicada por el Ministerio del Interior refiere que el grupo practicaba «rituales dirigidos de forma mesiánica por las capacidades superiores de su líder espiritual».

    La nota de prensa fue reproducida sin apenas cambios por varios medios digitales. Algunos incluso compartieron el vídeo grabado por la policía, en el que se expone el uso (y abuso) de fuerza durante la irrupción en la ceremonia.

    El pasado 5 de noviembre tuvo lugar una segunda intervención policial, en este caso en un retiro de ayahuasca que se estaba celebrando en Berguedá (Barcelona). En esta ocasión, dos agentes de paisano se infiltraron en la ceremonia y detuvieron a los organizadores, que ya han sido puestos en libertad. El operativo fue puesto en marcha de nuevo por el mismo grupo anti-sectas de la policía. Idénticas operaciones tuvieron lugar en el mes de enero en Yecla (Murcia), en febrero en Santa Lucía de Tijarana (Gran Canaria) y a finales de marzo en Sant Pol de Mar.

    ¿En qué se basa la policía para sospechar que los detenidos formaban una secta? Nos hemos puesto en contacto reiteradamente con el departamento de prensa del Ministerio del Interior, pero no hemos obtenido respuesta alguna. Serán los jueces quienes tengan que dictaminar si en dichas causas estaban teniendo lugar actividades ilegales que justifiquen las operaciones policiales. De momento, la causa abierta en Asturias ya ha sido archivada.

     

    ¿Pero qué es una secta?

    Quien sí ha hablado para este reportaje es Joan Prat, catedrático de Antropología Social por la Universitat Rovira i Virgili, y experto en sectas religiosas. Prat explica por teléfono que, si bien no existe un consenso académico sobre lo que es una secta, «hay una serie de sociólogos que aceptan esa visión sensacionalista que nos ha llegado a través de los medios de comunicación, según la cual las sectas son instituciones nocivas que lo único que pretenden es engañar a unos pobres desgraciados; utilizan el lavado de cerebro, sus líderes son personajes megalomaníacos y sin escrúpulos que lo único que buscan es aprovecharse psicológica, económica y sexualmente de sus adeptos. Se trata de una visión típica de los noventa», una visión simplista y maniquea que sigue imperando en muchos medios de comunicación autoproclamados como serios, como veremos a continuación.

    Prat, que ha convivido en varias de las denominadas «sectas» y ha escrito varios libros sobre el particular, considera que la etiqueta denota únicamente «un problema de legitimidad: una iglesia es una institución legitimada, mientras una secta no está legitimada socialmente».

    Precisamente es ésta la primera acepción de «secta» que recoge el Diccionario de la RAE: «Doctrina religiosa o ideológica que se aparta de lo que se considera ortodoxo». Por ejemplo, el cristianismo constituye, a todas luces, una religión, pero fue considerada una secta durante cuatro siglos, hasta la adopción como religión oficial del Imperio Romano por el emperador Constantino.

     

    El factor coercitivo

    Uno de los factores que los académicos y juristas utilizan para catalogar como secta a un grupo religioso o espiritual es el elemento coercitivo, es decir, la capacidad del líder o del grupo para obligar a sus miembros a realizar determinadas acciones o impedirles abandonar el grupo. El antropólogo Joan Prat considera que «el factor coercitivo existe en todas las instituciones. Un monje de Silos vive bajo reglas coercitivas: opta por la pobreza y la castidad, pero es una coerción aceptada por uno».

    Si bien el término secta hace referencia a un grupo espiritual minoritario —«con poco arraigo», como señala Prat, o «que se aparta de la ortodoxia», según el Diccionario— existe una categoría específica para denominar a las «sectas destructivas», es decir, aquellos grupos en los que el líder ejerce un poder absoluto sobre sus seguidores.

    La diferencia entre «secta» y «secta destructiva» es troncal, en tanto la segunda incurre en comportamientos delictivos. ¿Cuáles son las señales de alarma que permiten catalogar como destructiva a una secta? La también antropóloga Betty Sánchez formó durante una década parte de la llamada Comunidad de Paz Carare de Pensamiento Bonito (CPCPB), liderada por el neochamán Édgar Orlando Gaitán. Sánchez describe en su estudio sobre el caso algunas características sectarias de este grupo, a saber: jerarquía rígida, investidura de poderes sobrenaturales al neochamán, ritualización de los actos cotidianos, autojusticia, formas de castigo, rituales de escrutinio público, encumbramiento de lo indígena (carare) para legitimar las prácticas, incluyendo prácticas patriarcales y discriminatorias, y, por supuesto, el acceso carnal violento a las mujeres del grupo por parte del líder.

     

    Sectas y ayahuasca

    ¿Puede la ayahuasca servir de vehículo para formar una secta? «No necesitas ayahuasca para montar una secta», explica el psicólogo Manuel Villaescusa, cofundador de la Plantaforma para la Defensa de la Ayahuasca. «La ayahuasca puede ser usada también para lavar el cerebro, pero la inmensa mayoría de los usos de esta planta han sido benévolos y éticos. No se conocen movimientos sectarios alrededor de esta sustancia, aparte de casos aislados y muy sonados».

    El caso más sonado fue sin duda el del neochamán colombiano Édgar Orlando Gaitán, quien desde mediados de los 90 hasta 2015 lideró una secta en torno al consumo de yagé (ayahuasca), tabaco y coca en varias ciudades de Colombia, un grupo al que llegaron a pertenecer más de 500 personas en su momento cumbre y que tenía (y tiene) ramificaciones en países como México, Alemania o España.

    En 2019, un tribunal colombiano condenó a 29 años de prisión a Édgar Orlando Gaitán por abusar sexualmente de cuatro mujeres, si bien las víctimas pueden contarse por decenas, según denuncia la antropóloga Betty Sánchez Sarmiento, que cayó en el embrujo de Gaitán y formó parte activa de la secta durante una década. Sánchez abandonó la llamada Comunidad de Paz Carare de Pensamiento Bonito (CPCPB) en 2015 y, desde entonces, ha sido una pieza fundamental en el juicio a Gaitán, ha escrito un revelador estudio antropológico sobre los métodos de sumisión utilizados por el neochamán y en la actualidad sigue haciendo acompañamiento a las víctimas de Gaitán, que se cuentan por docenas.

    En conversación telefónica, Betty Sánchez explica que «el yagé es fundamental [en la constitución de la secta] porque la figura de taita representa el yagé, los taitas son las semillas del yagé». Al mismo tiempo, «las víctimas de los abusos consideran que el yagé es sagrado, así como lo es el taita, de modo que no podían imaginarse que ese hombre pudiera violarlas en una ceremonia, porque era algo sagrado». Las violaciones, según narra con crudeza Betty Sánchez en su libro Neochamanismo urbano: engaño, abuso y violencia en la Comunidad de Paz Carare, tenían lugar dentro de la maloca ceremonial, en plena ceremonia de yagé y en un espacio creado ex profeso, llamado «Curación y limpieza con el taita».

     

    Las sectas como excusa

    La intervención policial en plena ceremonia es un hecho excepcional que no se producía en España desde 2009, cuando la policía irrumpió en una ceremonia de ayahuasca guiada por Alberto Varela, fundador de Ayahuasca Internacional/Inner Mastery, que fue arrestado y pasó dos años en prisión preventiva, si bien fue declarado inocente por un tribunal.

    Desde el Ayahuasca Defense Fund (ADF) temen que los últimos operativos puedan sentar precedente como vía para soslayar la legislación española en materia de drogas. Según explica la abogada mexicana Natalia Rebollo, coordinadora de ADF, «hasta ahora, los arrestos tenían lugar en aeropuertos a personas que viajaban con sus medicinas, pero con este operativo se aprecia cierto interés del Estado en intervenir, algo que me parece muy preocupante». «Las autoridades tienden a creer que la ayahuasca y estas plantas tienen un riesgo para la salud pública, pero con una intervención así lo que realmente se pone en riesgo es la salud de los participantes», añade Rebollo.

    «Por otro lado, se trata de una violación flagrante de los derechos humanos, porque hay una libertad religiosa y de conciencia amparada por la legislación española, más aún cuando en España se cuentan por decenas las sentencias judiciales que apuntan a que la ayahuasca no es una sustancia fiscalizada», apunta Rebollo. Lo mismo es aplicable al yopo, la sustancia intervenida durante la intervención policial en Langreo.

    En el mismo sentido se pronuncia Manuel Villaescusa: «Las actividades delictivas de las sectas ya tienen una legislación para prevenir y tratar esos comportamientos. Lo que pasa en estos casos es que se usa la legislación contra las sectas para reprimir unas actividades que no están de acuerdo con la idea de las autoridades de lo que está bien».

     

    El caso del Santo Daime en Francia

    Francia constituye el país europeo más restrictivo en materia de drogas y la ayahuasca no supone una excepción. En 1999, la policía francesa irrumpió en una ceremonia del Santo Daime que se celebraba en casa de Claude Bauchet a las afueras de París. Seis personas fueron detenidas en las siguientes fechas, acusadas de «narcotráfico» y «asociación criminal», y pasaron tres semanas en prisión.

    En diciembre de 2003, Bauchet y otros cinco miembros de este grupo religioso de origen brasileño fueron condenados a penas de cuatro a diez meses por tráfico de drogas. Sin embargo, en 2005, el Tribunal de Apelación de París anuló la sentencia e incluso exigió la devolución de la ayahuasca (daime) incautada durante la operación. El caso tomó un nuevo giro apenas tres meses después, cuando el Gobierno francés ilegalizó la ayahuasca, convirtiendo a Francia en el primer país del mundo en prohibir la bebida amazónica.

    «Francia tiene una ley específica contra las sectas para preservar la laicidad del Estado. Entonces, utiliza esa ley para catalogar al Santo Daime como secta con argumentos muy arbitrarios y Francia se convierte en el primer país del mundo en añadir la ayahuasca a la lista de sustancias prohibidas», desoyendo el dictamen de la propia JIFE y obviando que el Santo Daime es una religión acreditada en Brasil, en EE UU, en España, y existen iglesias del Santo Daime en prácticamente todo el mundo, según Natalia Rebollo, coordinadora de ADF. La doctrina francesa ha sido recientemente seguida por Italia, y la ADF teme que España pueda transitar este derrotero prohibicionista.

    En la actualidad, Claude Bauchet se encuentra a la espera de juicio por los mismos motivos que en 1999: consumo y tráfico internacional de drogas, si bien en esta ocasión la ayahuasca está clasificada como droga y Bauchet se enfrenta a una pena de diez años de cárcel.

     

    A modo de corolario

    Las últimas intervenciones policiales hacen entrever un protocolo de actuación con el objeto presumible de amedrentar a otros facilitadores de ayahuasca. Sin embargo, la ley no ha cambiado en absoluto: la ayahuasca no estuvo ni está fiscalizada y son más de cincuenta las sentencias judiciales absolutorias en otros tantos juicios con ayahuasca.

    En este caso, la ayahuasca es una víctima más de la desinformación. Hay grupos religiosos legítimos que utilizan la ayahuasca en su sacramento sin recurrir a la coerción, con lo que no pueden ser considerados sectas. Los medios de comunicación que así lo hacen, igualando ayahuasca y sectas, cometen una irresponsabilidad que daña gravemente el uso e investigación legítima de la planta como forma de mejorar la vida.

     

    Enlaces: ayahuasca y sectas

     

    Foto de Jametlene Reskp en Unsplash.

    Iñaki Berazaluce

    Iñaki Berazaluce

    Iñaki Berazaluce is a journalist with more than 25 years of experience in print, radio, and online media. His work has appeared in El País, Diario Público, 20 Minutos, Cadena Ser, The Huffington Post, GQ, Revista Cáñamo, and Condé Nast Traveler. He has also been involved in psychedelic activism since 2020 and has collaborated with the Beckley Med Foundation, Cannopia, and Plantaforma (an ayahuasca advocacy website).

    Aviso: La información contenida en la sección Perspectivas representa la opinión del autor, y no refleja necesariamente el punto de vista de ICEERS.

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