La ayahuasca y las setas que contienen psilocibina, o «setas mágicas», comparten muchas cualidades comunes. Ambos son psicodélicos extremadamente potentes que pueden, si se usan en un contexto enriquecedor y con una mentalidad adecuada, inducir notables visiones de otro mundo y una profunda transformación personal. Además, ambas arrastran una larga historia de uso sacramental con estos fines, y se utilizan de forma ceremonial similar en los retiros actuales.
Las setas mágicas y la ayahuasca comparten más similitudes de lo que parece, incluso en su composición química. Así pues, echemos un vistazo a las características comunes y a las diferencias entre estas dos poderosas plantas de poder [N del T: las setas NO son plantas].
Historia de la ayahuasca y las setas mágicas
La ayahuasca tiene una larga historia de uso ritual tradicional por parte de las sociedades indígenas del Amazonas. Basándose en excavaciones recientes que han desenterrado una bolsa con restos de harmina y dimetiltriptamina (DMT), componentes principales de los ingredientes vegetales de la ayahuasca, B. caapi y P. viridis o D. cabrerana, se supone que el brebaje sagrado puede haber sido elaborado por los chamanes hace más de 1.000 años. Algunos investigadores sitúan sus orígenes incluso más atrás en el tiempo; se cree que una vasija intrincadamente ornamentada encontrada en Ecuador, conocida como el cuenco de Quito, sirvió para el consumo ritual de un brebaje sacramental entre los años 500 a.C. y 500 d.C.
Sin embargo, el problema de la datación histórica de la ayahuasca es que se trata de un líquido. Por definición, esto hace que sea difícil de rastrear, ya que las tazas y calderos no pueden ser totalmente indicativos del propósito de la elaboración de la ayahuasca. Como líquido, también es difícil de identificar de forma inequívoca en las vasijas. Sabemos, por ejemplo, del antiguo uso de la harmina y la DMT para los rapés rituales debido a los rastros de estos compuestos que hemos encontrado en los dispositivos de aplicación. Sin embargo, no podemos saber con exactitud cuándo entendieron los pueblos indígenas que su combinación daba lugar a la ayahuasca tal y como la conocemos hoy.
Lo que sí podemos deducir, basándonos en la cultura de la ayahuasca tradicional actual, es que la bebida llamada ayahuasca o yagé, yajé, caapi, hoasca, natem, pilde, o cualquiera del sinfín de otros nombres locales, probablemente se había preparado sin las plantas que contienen DMT durante mucho tiempo hasta que se descubrió esta combinación particular. B. caapi es la planta principal que lleva el nombre de aya waska («liana del espíritu») y constituye la base de la bebida, que se sabe que luego se mezcla con cualquiera de las docenas de ingredientes vegetales diferentes que pueden modular sus efectos.
En cuanto a su uso, la mixtura se ha empleado tradicionalmente con fines mágicos, curativos, de purga, de adivinación, de caza y de estrategia agrícola, así como para el fortalecimiento de los vínculos comunitarios. En las últimas décadas ha crecido el interés por este brebaje sagrado por parte de los occidentales, que viajan al Amazonas para participar en ceremonias y retiros de ayahuasca con la intención de crecer y sanarse espiritualmente y, a menudo, con sed de visiones místicas y encuentros con entidades espirituales.
Los hongos mágicos, probablemente debido a su forma distintiva entre las medicinas vegetales sacramentales, han dejado un registro discernible de representación simbólica en las reliquias antiguas. En las artesanías y obras de arte mayas podemos ver muchas representaciones de hongos, que se cree que fueron utilizados ritualmente en esta cultura hace unos 2.000 años. La tesis de que las culturas precolombinas de toda América Central practicaron rituales religiosos con hongos sagrados durante al menos 3.500 años cuenta con más apoyo arqueológico. Los aztecas llamaban a estos hongos psicodélicos teonanácatl, que se traduce como «carne de Dios». Por último, las representaciones de hongos en el arte rupestre del Sáhara Central parecen indicar el uso ritual de hongos mágicos en las sociedades locales de cazadores-recolectores hace unos 7.000-9.000 años.
En efecto, los hongos psicodélicos parecen tener una historia de uso sacramental que se remonta a tiempos muy remotos. Se cree que su consumo abría la puerta a la comunicación con las deidades. Al igual que la ayahuasca, también hay registros de su uso para la sanación, específicamente como medicina para la fiebre y la gota.
En el movimiento contracultural de los años 60, la popularidad de las setas mágicas experimentó un fuerte aumento, junto con otros psicodélicos, sobre todo la LSD. Desde la prohibición mundial de las sustancias psicotrópicas impuesta en 1971, las setas mágicas siguieron siendo un psicodélico recreativo muy popular, especialmente en el Reino Unido, donde fueron legales hasta 2005, y en los Países Bajos, donde se prohibieron en 2008. Los holandeses, sin embargo, mantuvieron la legalidad de las trufas mágicas, y estos grupos de micelios con efectos psicodélicos muy similares han hecho un gran trabajo supliendo la retirada del mercado de sus homólogos.
Hoy en día, acuden a las ceremonias y retiros de psilocibina aquéllos que necesitan curación y evolución espiritual, un descanso de la rutina diaria, o simplemente un poco de exploración interior, pero quizás más intensa que la que podría ofrecer un retiro de meditación. Las setas mágicas constituyen una buena opción para quienes anhelan una experiencia psicodélica, pero no se sienten preparados para una tan desafiante como la ayahuasca. Se pueden encontrar centros de retiro de psilocibina en los Países Bajos, Jamaica y, hasta cierto punto, en México.
La química de la ayahuasca y los hongos mágicos
Aunque estructuralmente son muy diferentes, la ayahuasca (cuando se prepara con DMT) y las setas mágicas son bastante similares químicamente. Ambas tienen triptaminas como compuestos activos, pero los ingredientes de la ayahuasca también incluyen una serie de alcaloides que permiten que las triptaminas hagan efecto.
La ayahuasca suele elaborarse con dos tipos de plantas: la liana B. caapi, que contiene alcaloides betacarbolínicos, y la planta P. viridis o D. cabrerana (según la disponibilidad local), que contiene moléculas de DMT. Cuando se toma por vía oral, la DMT de base libre se descompone rápidamente en nuestros estómagos por las enzimas de la monoaminoxidasa (MAO). Los alcaloides de la liana actúan como inhibidores de estas enzimas, lo que permite que la DMT pase al cerebro intacta y logre sus efectos psicoactivos.
El principal ingrediente activo de las setas mágicas es la 0-fosforil-4 hidroxi-N,N-dimetiltriptamina, conocida por su nombre más corto: psilocibina. Una vez ingerida la psilocibina por vía oral, se transforma en 4-hidroxi-N,N-dimetiltriptamina (psilocina), que es un alucinógeno más potente. La psilocina es básicamente DMT con cuatro radicales hidroxilo que evitan que la molécula se descomponga en nuestro cuerpo.
Sin embargo, la ayahuasca es más que DMT. La liana B. caapi contiene numerosos alcaloides que, además de inhibir las enzimas MAO en nuestros estómagos, tienen características psicoactivas propias. Los más presentes y bien investigados son la harmina, la harmalina y la tetrahidroharmina. Estos compuestos añaden distintas dimensiones a la experiencia de la ayahuasca e inducen la purga por la que es conocida la infusión.
La investigación científica de la harmalina ha descubierto que, cuando se ingiere sola, puede inducir visiones que se asemejan a las experimentadas durante los viajes con ayahuasca. Los motivos incluyen imágenes de pájaros, serpientes y grandes felinos, y pueden ocurrir en usuarios sin experiencia previa con la ayahuasca ni conocimiento de la tradición indígena amazónica. Según la creencia de los indígenas amazónicos, es posible que las plantas con mezcla de DMT simplemente catalicen y amplíen las visiones que la cepa B. caapi ya contiene en su interior, y que la propia cepa sea la responsable de la mayor parte de los efectos de la infusión.
Efectos beneficiosos de la ayahuasca y las setas mágicas
La ayahuasca es conocida como uno de los psicodélicos más potentes disponibles por el ser humano. Los efectos más característicos que se suelen asociar a un viaje con ayahuasca incluyen visiones de otro mundo, limpieza psicológica y fisiológica, y una profunda percepción y crecimiento emocional y espiritual.
En el Global Ayahuasca Survey, en el que participaron más de 4.000 consumidores de ayahuasca de más de cincuenta países, los resultados fueron asombrosamente positivos, ya que más del 85% de los encuestados informaron de profundos cambios en su vida como resultado del consumo de la bebida. Estos cambios incluían la resolución de relaciones difíciles, cambios académicos/profesionales significativos y nuevos emprendimientos, disminución de adicciones, reubicación, aumento de la conciencia ambiental y participación en cuestiones ecológicas y sociales, entre otros. Aparte de esto, muchos bebedores han experimentado un alivio significativo con problemas psicológicos crónicos como la depresión, la ansiedad, el TEPT e incluso las enfermedades autoinmunes. Este tipo de transformaciones profundas tienen lugar en el transcurso de una o varias sesiones de ayahuasca, y parecen tener una duración prolongada y sostenida.
Estudios más sólidos desde el punto de vista metodológico también han demostrado el potencial clínico de la ayahuasca para el tratamiento de la depresión y la promoción de la atención plena, que se cree que constituye el núcleo de las mejoras en condiciones psicológicas como la depresión, la ansiedad, el duelo y el estrés postraumático. Un estudio exhaustivo de los efectos de la ayahuasca y de los mecanismos de acción psicofisiológicos indica que sólo estamos empezando a arañar la superficie del potencial terapéutico de la infusión.
Puede que las setas mágicas no induzcan una experiencia subjetivamente tan intensa como la de la ayahuasca, pero se ha demostrado que sus efectos beneficiosos se encuentran a la par. Un metaestudio de ocho estudios bien controlados realizados en individuos sanos informó que la psilocibina «indujo profundos cambios en el estado de ánimo, la percepción, el pensamiento y la autoexperiencia», y que «la mayoría de los sujetos describieron la experiencia como placentera, enriquecedora y no amenazante». Otro estudio encontró cambios positivos en la empatía, la creatividad y el bienestar subjetivo.
La psilocibina también ha demostrado un enorme potencial terapéutico contra una serie de enfermedades mentales, como las cefaleas en racimo, el TOC, la depresión resistente al tratamiento, la ansiedad relacionada con enfermedades terminales y la adicción a diversas sustancias. Estos cambios increíbles y a menudo sostenidos también suelen ser catalizados por una sola o pocas dosis de psilocibina.
Ilustración: Noa Knafo.
Experiencia subjetiva con la ayahuasca y los hongos mágicos
En general, la ayahuasca y las setas mágicas parecen inducir efectos beneficiosos similares en los usuarios, si bien la ayahuasca tiene una ligera ventaja fisiológica debido a sus características purgativas (se ha descubierto que es eficaz para eliminar varios microbios y parásitos del cuerpo). Sus principales diferencias radican en la experiencia subjetiva.
En dosis estándar, y teniendo en cuenta todo lo demás, los viajes con ayahuasca tienden a ser más largos e intensos que los de las setas mágicas. Se sabe que las setas se toman de forma recreativa, en una variedad de contextos que incluyen caminatas, raves, exploración urbana, eventos sociales y otros, mientras que las experiencias con ayahuasca normalmente no dejan espacio para nada más. Las circunstancias rituales de su consumo están bien establecidas y son adecuadas para el estado que la bebida suele inducir: acostarse y purgarse son las únicas actividades posibles de realizar bajo sus efectos.
La ayahuasca también suele proporcionar una experiencia somática más completa. Las sensaciones en el cuerpo pueden ser intensas e incluso abrumadoras, y van desde fuertes náuseas, pasando por cambios energéticos viscerales, hasta un placer efervescente. Las setas suelen provocar una sensación de fusión con la superficie sobre la que se está tumbado, con momentos ocasionales de profunda felicidad y asombro.
Debido a su poderoso efecto físico, la ayahuasca suele venir acompañada de recomendaciones dietéticas previas al viaje. Éstas no sólo incluyen la comida, sino una serie de pautas de comportamiento, medicinales y espirituales. Por el contrario, las setas mágicas no requieren ninguna preparación específica y su consumo es bastante seguro en condiciones más o menos normales.
En cuanto a la experiencia psicodélica en sí, a no ser que se consuma una cantidad de setas mágicas superior a la habitual (alrededor de 5 g se considera una dosis fuerte), la ayahuasca se lleva la palma en cuanto a visiones, potencial de muerte del ego, enfrentamiento con los lados oscuros del ser, y la enorme profundidad y amplitud del reconocimiento espiritual que uno puede conseguir durante el estado alterado.
Las visiones de la ayahuasca, comparadas con las de las setas mágicas, pueden parecer algo procedente de otros reinos de la existencia. Mientras que las visiones de las setas suelen incluir coloridos fractales de luz ondulante, las visiones de la ayahuasca pueden introducir deidades, entidades espirituales, paisajes y construcciones multidimensionales extremadamente elaborados, así como otros elementos diversos que parecieran existir de forma completamente independiente a nuestra realidad.
Además, mientras que las setas pueden ser a menudo bastante suaves y alentadoras, la ayahuasca es conocida por «forzar» al bebedor a enfrentarse a sus errores. Esto no quiere decir que los viajes con hongos mágicos no puedan ser oscuros y serios, sólo que la ayahuasca puede ser considerada particularmente buena para desenterrar pensamientos y recuerdos reprimidos y solicitar explícitamente un mejor desempeño.
Todo esto da amplias oportunidades para ver nuestros egos como las construcciones socialmente condicionadas que realmente son, y decidir desprenderse de las partes que no están sirviendo a nuestro verdadero propósito humano. Aunque los viajes con hongos mágicos no suelen aportar mucho más que risas y algunas reflexiones (según el difunto Terence McKenna, «la gente no lo está haciendo bien»), es raro que un viaje con ayahuasca no acabe suponiendo una experiencia transformadora.
Sin embargo, un gran cambio conlleva una gran responsabilidad. La ayahuasca requiere un cierto nivel de devoción y de intenciones claras para catalizar los profundos conocimientos necesarios para provocar ese crecimiento espiritual. Y sólo después de la ceremonia en sí es cuando el viaje comienza de verdad. Para iniciar realmente el cambio, la propia experiencia debe integrarse con atención en la existencia cotidiana. Y aunque esto es cierto para cualquier psicodélico, y especialmente para las experiencias enteógenas, no se puede negar que los viajes con setas mágicas a menudo presentan al usuario una carga espiritual mucho más ligera de procesar en comparación con la ayahausca.
Entonces, ¿ayahuasca o setas mágicas?
La ayahuasca y las setas de psilocibina constituyen dos herramientas histórica, química y experiencialmente similares que tienen el potencial de una inmensa curación y crecimiento psicoespiritual.
Debido al enfoque sacramental que impregna el contexto de su uso, la ayahuasca suele considerarse una sustancia más potente. Sin embargo, sabiendo que son comúnmente mal denominadas como un psicodélico recreativo y que en realidad contienen un compuesto activo similar al de la ayahuasca, las setas mágicas pueden, si se usan adecuadamente, tener efectos extremadamente profundos y transformadores. También resultan más convenientes, debido a su capacidad de crecer casi en cualquier lugar, y no requieren un enfoque ceremonial.
Al final, el factor decisivo debería ser el grado de inmersión que quieres obtener de una experiencia psicodélica, y la seriedad de la intención y la inversión que estás dispuesto a hacer. Sin embargo, sea cual sea la elección, ten por seguro que, si tienes la mentalidad adecuada, te espera un cambio profundo.
Artículo original de Xavier Francuski en Entheonation. Ilustración: Noa Knafo. Imagen destacada de Marek Piwnicki en Unsplash.