¿Existe escasez de ayahuasca en la selva? Chris Kilham, fundador de Medicine Hunter, presentó durante la pasada conferencia #AYA2019, en Girona, su ponencia «La sostenibilidad de la ayahuasca, de la liana al vaso». Kilham refirió la investigación que llevó a cabo durante 2018 en las regiones de Pucallpa e Iquitos, epicentros del turismo ayahuasquero mundial, para conocer el estado real de la oferta y el cultivo de la liana de ayahuasca (Banisteriopsis caapi). Sus hallazgos fueron publicados en la revista científica Herbal Gram.
«Sólo una vez durante los 22 años que llevo estudiando la ayahuasca en Perú me he encontrado con una persona que me ha dicho “tenemos problemas con el suministro” de liana, aunque esta escasez sí es más habitual en el caso de la chacruna», explicó Kilham.
Según el autor, el mensaje acerca de la creciente escasez de ayahuasca en Perú fue propulsado por un reportaje publicado por The Guardian en 2017. Este «constante flujo de especulación» se viene realizando sin «ningún estudio que lo respalde». «Entonces es cuando decidí reunir a mi equipo de Perú e iniciar cuatro proyectos con los que responder la pregunta de si existe una escasez de la liana en Perú, quién la está cultivando y cuánto se cultiva».
Oferta y demanda de ayahuasca
El equipo de Kilham llevó a cabo su investigación en 2018 en los departamentos peruanos de Loreto y Ucayali. «En Iquitos tenemos 120 centros de ayahuasca en funcionamiento. También están aumentando el número de centros de retiro porque los locales prefieren abrirlos allí en lugar de dejar a sus familias e ir a Iquitos». Kilham reconoció que, además de los chamanes tradicionales, «están surgiendo chamanes de la nada» para atender la demanda del turismo ayahuasquero.
La expedición llevada a cabo por Kilham y su equipo en 2018 recorrió el río Tamaya, al sudeste de Pucallpa, un río conocido por la abundancia de ayahuasca, pero también por estar infestado de «narcos, madereros, legales e ilegales, y ladrones».
El río Tamaya abastece al lago Imiria, zona donde crece la ayahuasca abundantemente y que nutre los centros de Iquitos y Pucallpa. «El hecho de que este lago tenga tanto litoral lo convierte en un lugar ideal para la recolección de ayahuasca, porque puedes cortar un par de toneladas de liana y llevártela en una hora a través del río, algo que demoraría días a través de la selva», explicó Kilham.
Pero si la ayahuasca en estado salvaje abunda en Imiria, aún lo hace más en el cercano lago Chauya, según explicó Kilham. Sin embargo, «no es fácil llegar hasta él porque no hay vías que conecten Chauya con Imiria. Si acaso hay vías de agua que se abren y se cierran misteriosamente, y hay que buscar nuevas vías de salida. A pesar de todo, hay cosechadores que trabajan en Chauya porque allí abundan muchas lianas».
«En la proximidad del Lago Imiria encontramos lianas enormes de varias toneladas, de 10 o más metros de altura, durante kilómetros y kilómetros, una realidad muy diferente de la que cuentan los artículos publicados».
¿Es sostenible el consumo de #ayahuasca? Chris Kilham nos muestra las conclusiones de su investigación en la selva peruana. Clic para tuitearSiguiendo el espíritu de su ponencia («De la liana al vaso»), Chris Kilham explicó la cadena de valor que permite la llegada de la ayahuasca desde la selva a los centros de retiro de Iquitos y Pucallpa:
- Los cosechadores se adentran en la selva, cortan la liana y transportan por el río varias toneladas de ayahuasca. Ellos son «quienes menos ganan pero deberían ser quienes más ganaran». Cada fardo de 25 kilos se paga a 5 soles, poco más de 1 euro. Con esta cantidad pueden obtenerse unos dos litros de ayahuasca líquida, tras cocinarla con 5 kilos de chacruna.
- Al salir de la selva, las lianas se cargan en botes «rápidos», que llegan al puerto de Pucallpa, puerta principal de entrada de la ayahuasca. Los portadores ganan 1 sol (menos de 20 céntimos) por cargar cada fardo de ayahuasca.
- Los fardos se desembarcan en el puerto y se cargan en motocarros, el típico vehículo de Pucallpa e Iquitos.
- La mayor parte de la ayahuasca se lleva a almacenes de distribuidores, que comercializan la liana silvestre entre los centros.
- Parte de esta ayahuasca va a personas que no tienen centros propiamente dichos sino que cocinan la ayahuasca para otros.
- Otros se han especializado en cocinar la mezcla y exportarla, para cubrir la creciente demanda en ceremonias en todos los rincones del planeta.
- A veces estos roles se concentran en uno solo. Es el caso de un hombre con un pequeño centro a 30 minutos de Pucallpa. Él cocina su propia ayahuasca, y también ha sembrado 3.000 lianas en su parcela de selva.
- A las afueras de Iquitos, una mujer regenta un próspero negocio de elaboración de «ladrillos concentrados de ayahuasca» para poder exportarla. Cada kilo de ayahuasca equivale a diez litros de la bebida y cuesta alrededor de 630 soles (unos 140 euros).
Kilham finalizó su intervención citando varios centros y chamanes que están plantando sus propias lianas en previsión de futura escasez. Por otra parte, la bonanza de la ayahuasca ha propiciado que muchos jóvenes que habían emigrado a las ciudades estén volviendo a la selva para recuperar el conocimiento vegetalista de sus mayores.
Fotos de Chris Kilham y artículo en inglés sobre la expedición, en Linkedin.