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    Iboga: información básica

    ICEERS image12m - 19.09.2019

    Información básica

    La Tabernanthe iboga es un arbusto, de la familia de las apocináceas, originario de África Central, cuya corteza de raíz se utiliza tradicionalmente en rituales iniciáticos como sacramento.

    La corteza de la raíz contiene el principal alcaloide, la ibogaína, y otros once alcaloides de la iboga. La ibogaína es el más investigado de los alcaloides de la iboga conocidos. Se estima que los demás alcaloides de la planta podrían tener también propiedades terapéuticas.

    Hay varias especies de plantas conocidas que contienen el alcaloide ibogaína: Taberntanthe iboga, Voacanga iboga, Tabernaemontana, Tabernanthe manii. La Tabernanthe iboga es la más utilizada entre los diferentes arbustos mencionados. La mayor parte de la ibogaína utilizada por los proveedores de tratamiento proviene de la Tabernanthe iboga, aunque cada vez se dispone de más iboga de la Voacanga iboga, una opción más sostenible.
    Se ha demostrado que la iboga es eficaz para reducir la gravedad de los trastornos por consumo de sustancias, eliminar el síndrome de abstinencia asociado al consumo de opiáceos y reducir el deseo compulsivo (craving) de consumir una gran variedad de drogas. La experiencia con iboga puede facilitar una profunda revisión de la historia personal y de la situación actual, así como la modificación del comportamiento y del papel percibido en la familia y la sociedad.

    Origen/Historia

    Aunque la iboga crece en varios lugares de África Central, sus raíces más profundas están en Gabón, donde se utiliza en ceremonias y rituales, y su uso también se ha extendido entre las comunidades fang de Guinea Ecuatorial y el sur de Camerún. En Gabón, la iboga no puede entenderse sin su vínculo con el mundo de los espíritus a través de tradiciones espirituales ancestrales, como el bwiti, practicado por comunidades de unas cincuenta etnias. La iboga —también conocida como bois sacré (que significa «madera sagrada»)— es una medicina sagrada que desempeña un papel en diversos ritos de paso, así como en procesos de curación tradicionales.

    La espiritualidad y el uso de curanderos tradicionales es una modalidad de curación común y popular en Gabón, como lo es en toda África. Un nganga (practicante espiritual) puede ayudar a una persona en cualquier ámbito de su vida. De hecho, en Gabón, la medicina occidental moderna se combina a menudo con la medicina tradicional. Mientras la primera se ocupa principalmente del cuerpo físico, la segunda se especializa en asuntos del espíritu, y la iboga y sus tradiciones espirituales constituyen componentes clave dentro de este enfoque.

    La iboga suele definirse como una persona con alma propia que conecta a los humanos con el mundo espiritual. La iboga no cura directamente, sino que apoya la curación. Según los ngangas, las propiedades curativas de la iboga en relación con los trastornos por consumo de sustancias, por las que se ha hecho muy conocida en los países occidentales, se deben a que esta planta purifica y cura el espíritu. Lo hace abriendo la puerta a un examen constructivo de las experiencias pasadas, incluidas las que están al margen de la consciencia. La iboga conecta a las personas consigo mismas, permitiendo la desactivación de patologías relacionadas con el espíritu, como los trastornos por consumo de sustancias.

     

    La ibogaína en la sociedad occidental

    En 1962, Howard Lotsof, un joven neoyorquino adicto a la heroína, junto con otros seis amigos heroinómanos, realizó un experimento. Ingirieron ibogaína, y al día siguiente, seis de los siete amigos dejaron de consumir heroína. No experimentaron el síndrome de abstinencia ni tuvieron ningún deseo de consumir heroína. En los años siguientes, los esfuerzos para que la ibogaína fuera considerada una alternativa válida para el tratamiento del trastorno por consumo de opiáceos obtuvieron poca respuesta por parte de la industria farmacéutica. El NIDA (Instituto Nacional sobre el Abuso de Drogas) elaboró un «fichero maestro de medicamentos» (DMF) de 4.000 páginas, que incluía 16 volúmenes de estudios preclínicos. En 1993, la FDA aprobó un ensayo clínico de fase 1, que concluyó tras el primer tratamiento debido a disputas sobre patentes.

    En 1995, el NIDA decidió no seguir apoyando la investigación sobre la ibogaína, pero los grupos de consumidores de drogas y las organizaciones de defensa promovieron su uso y la pusieron a disposición del público en entornos alternativos no clínicos. El número de proveedores de tratamiento y la demanda por parte de quienes buscan acabar con la drogodependencia han crecido exponencialmente en los últimos diez años. Hay clínicas de ibogaína en varios países y proveedores de tratamiento en todo el mundo. En 2009, Nueva Zelanda fue el primer país del mundo en aceptar la ibogaína como medicamento. En 2017, el Ministerio de Sanidad de Canadá añadió la ibogaína a la Lista de Medicamentos con Receta (PDL), lo que significa que la droga sólo puede obtenerse legalmente con una receta médica, lo que no será posible hasta que se hayan completado los ensayos clínicos.

    Composición química y dosificación

    La corteza de la raíz de la Tabernanthe iboga contiene los alcaloides ibogaína, ibogalina e ibogamina.

    Los extractos de la corteza de la planta se utilizaban legalmente en el pasado con diversos fines, como el tratamiento de la astenia (en dosis de 10-30 mg diarios), como estimulante neuromuscular (en dosis de 200 mg de extracto, unos 8 mg de ibogaína) y para el tratamiento de la depresión, la fatiga y la recuperación de enfermedades contagiosas. Estos usos no se han investigado adecuadamente y actualmente no existen medicamentos de prescripción que contengan ibogaína.

    Para el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias, en lo que se refiere a la eliminación del síndrome de abstinencia y a la reducción del deseo, Lotsof recomendó una dosis de 15-20 mg/kg de ibogaína. Se considera que las dosis superiores a 12 mg/kg conllevan un riesgo cardiovascular mucho mayor, ya que pueden producir reacciones fisiológicas imprevistas, incluida la fatalidad, por lo que siempre se recomienda consumir estas dosis en entornos controlados y con profesionales sanitarios formados en emergencias cardíacas.

    Otro método que se ha utilizado para mitigar el síndrome de abstinencia de la metadona y otros opioides para reducir gradualmente su consumo es la dosificación repetida de pequeñas cantidades crecientes de ibogaína. En un caso, se utilizaron un total de cinco dosis, en cantidades de 150, 300, 400, 500 y 600 mg de ibogaína. Esta dosificación sólo produjo efectos psicológicos leves y permitió una desintoxicación completa de la metadona. Los resultados preliminares de un ensayo clínico de ICEERS que se está llevando a cabo actualmente indican que, tras dosis de 100 mg, los pacientes experimentaron un alivio del síndrome de abstinencia de la metadona entre 15 y 24 horas. Actualmente no hay estudios que proporcionen resultados similares con una dosis tan baja para opioides de acción corta, como la heroína o la morfina.

    En contextos de crecimiento personal y autoexploración, se suelen utilizar altas dosis de ibogaína, iboga o sus extractos, que producen una intensa experiencia subjetiva. En estos casos, las dosis suelen ser similares a las propuestas por Lotsof.

     

    Efectos

    La ibogaína induce una experiencia introspectiva que con frecuencia se refiere como profundamente psicoterapéutica. Comúnmente se le llama «onírica», ya que a menudo induce visiones de ensueño, aunque éste no es siempre el caso. La experiencia con ibogaína no es una experiencia alucinógena puesto que el individuo es siempre consciente de dónde está, que la experiencia es causada por la ingestión de la ibogaína y que las visiones que se tienen durante la experiencia son proyecciones internas.

    La fase inicial de la experiencia es de una intensa introspección visual de entre 7 a 12 horas de duración, altamente cargada de información, pero que no tiene demasiada conexión emocional con la persona ni existe mayor integración psicológica de los contenidos durante esta fase. En las siguientes 24 horas de la experiencia, la fase visionaria se desvanece y los contenidos de este proceso son integrados en un proceso cognitivo. Posteriormente, este proceso de integración continúa desarrollándose en la vida diaria durante los meses en que los que el individuo re-define su identidad y su dinámica interpersonal con relación a su entorno.

    Efectos antiadictivos

    A pesar de existir una gran cantidad de estudios en animales, sólo se dispone de pruebas limitadas sobre la eficacia de la ibogaína en humanos, aunque un número cada vez mayor de estudios, estudios de casos y testimonios de personas dependientes de sustancias que se han sometido a este tratamiento respaldan los hallazgos relativos a su potencial como herramienta para el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias. La iboga parece ser especialmente útil para la dependencia de los opioides, y en menor medida (y con mayores riesgos) en el tratamiento de la dependencia de la cocaína y las anfetaminas. La ibogaína no atenúa el síndrome de abstinencia del alcohol o de las benzodiacepinas, aunque atenúa la ingesta de alcohol en estudios con animales y ha demostrado ser útil anecdóticamente en humanos.

    La iboga tiene un perfil multiobjetivo y ha sido denominada como un «psicodélico atípico», debido a sus complejas interacciones con diferentes sistemas neurotransmisores. La ibogaína regula los sistemas dopaminérgico y serotoninérgico, se une a receptores como los NMDA, opioides o nicotínicos, y aumenta la producción de factores neurotróficos, como el GDNF o el BDNF (proteínas que promueven la neuroplasticidad).

    Se cree que esta combinación de efectos reduce el deseo de consumir ciertas sustancias y promueve la tendencia a nuevos comportamientos, lo que la convierte en una herramienta eficaz tanto para las dependencias de sustancias como para las conductuales cuando se utiliza con las expectativas y la perspectiva adecuadas.

    Aunque algunas personas son capaces de resolver su trastorno por consumo de sustancias con una sola administración de iboga o ibogaína, para muchas otras esto es poco realista, ya que las habituaciones pueden estar muy arraigadas y los síntomas de abstinencia y el deseo de consumir pueden persistir.

    La ibogaína puede servir como un interruptor de la dependencia a sustancias y un catalizador para el cambio, pudiendo provocar profundas percepciones psicológicas y un mayor conocimiento de sí mismo.

     

    Estatus legal

    Desde el descubrimiento en 1963 de las propiedades antiadictivas de la ibogaína, la aceptación mundial de su aplicación terapéutica y su desarrollo como medicamento ha sido muy lento.

    La ibogaína no está sometida a control en el Convenio de las Naciones Unidas de 1971 sobre sustancias estupefacientes, por lo que en la mayoría de los países la iboga y la ibogaína no son sustancias fiscalizadas. En la actualidad, la ibogaína es ilegal en diez países (EE UU y nueve países europeos, a saber, Bélgica, Dinamarca, Francia, Hungría, Irlanda, Italia, Noruega, Suiza y Suecia); hay tres países en los que está regulada (Australia, Israel y Canadá); y otros tres países en los que es legal como sustancia farmacéutica de prescripción, «uso compasivo» o acceso ampliado (Nueva Zelanda y Sudáfrica).

    Sin embargo, la falta de regulación no implica necesariamente que el uso de la iboga o la ibogaína pueda considerarse legal. Además, aunque no exista un marco legal que lo regule, la administración de una sustancia sin licencia (sobre todo si se hace con fines médicos) puede dar lugar a cargos penales o a sanciones administrativas según los marcos legales nacionales de cada país.

    En Gabón, la iboga es legal y fue declarada «patrimonio nacional» en 2000. En 2019 el gobierno suspendió la exportación de toda la iboga. La iboga recolectada de forma silvestre está prohibida para la exportación y la única iboga que se permite exportar es la que ha sido cultivada y cumple con el Protocolo de Nagoya.

    Sostenibilidad biocultural

    La sostenibilidad biocultural de la iboga es motivo de gran preocupación. La Tabernanthe iboga ha crecido tradicionalmente de forma libre y abundante en los bosques de la cuenca del Congo, por lo que las comunidades nunca han necesitado cultivarla. La Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión para la Conservación de la Naturaleza ha catalogado a la Tabernanthe iboga como planta «menos preocupante», aunque no en peligro de extinción.

    Los principales factores que influyen en la capacidad de regeneración de la iboga en la naturaleza y en su disponibilidad en las zonas urbanas son la amplia recolección ilegal para su venta en los mercados internacionales, la incautación de los envíos nacionales por parte de la policía y la deforestación. El aumento de la demanda de iboga e ibogaína en el ámbito internacional está ejerciendo sin duda un impacto y una mayor presión sobre las poblaciones de plantas silvestres en Gabón.

    Los esfuerzos para garantizar la sostenibilidad de la planta incluyen: el cultivo por parte de las comunidades tradicionales, las iniciativas de cultivo agroforestal, la presión para detener la caza furtiva de iboga en el medio silvestre y el desarrollo de vías para la aplicación del Protocolo de Nagoya, que garantizaría el acceso y la participación en los beneficios.

    Como se señaló anteriormente, en febrero de 2019, el Gobierno de Gabón detuvo todas las exportaciones, declarando su preocupación por la sostenibilidad de la planta. Están desarrollando mecanismos para la exportación en línea con el Protocolo de Nagoya. Es importante que las comunidades tradicionales hagan oír su voz sobre esta cuestión y que reciban los beneficios de compartir la iboga con el mundo.

    Un futuro ideal para la iboga es aquel en el que la iboga y las prácticas sagradas que la rodean contribuyan a la emancipación espiritual y económica de las comunidades tradicionales de Gabón. Esto significa crear un reconocimiento generalizado del valor de la iboga, honrar a las comunidades que han administrado estas enseñanzas y prácticas, y apoyar los esfuerzos para garantizar que las tradiciones y los conocimientos se transmitan de generación en generación.

    Salud y reducción de riesgos

    La mayor inquietud acerca de los riesgos conocidos de tomar iboga o ibogaína es que ésta disminuye el ritmo cardíaco (bradicardia) y prolonga el intervalo QT, una medida del tiempo entre el inicio de la onda Q y el fin de la onda T en el ciclo eléctrico del corazón. Por eso, personas con historial de infarto de miocardio, soplos, arritmias, intervenciones quirúrgicas en el corazón u obesidad severa no deberían tomar ibogaína.

    Un ECG (electrocardiograma) es el chequeo mínimo requerido, pero un test de esfuerzo o una monitorización de 24 horas con un Holter incrementan la posibilidad de detectar anormalidades importantes. La presencia de un médico hábil (preferiblemente especializado en cardiología y en urgencias) presente durante la sesión que monitorice las variaciones en el ritmo cardíaco incrementa de forma significativa la seguridad de este tratamiento.

    Otro factor de riesgo es la embolia pulmonar. Esto ocurre cuando hay trombos de sangre en las venas, como los que pueden producirse durante la inmovilidad prolongada durante viajes en avión, accidentes de coche o enfermedades relacionadas con la sangre. Cuando estos coágulos circulan a través del cuerpo durante una sesión de ibogaína, pueden llegar hasta los pulmones, donde pueden provocar una embolia con riesgo de asfixia. El riesgo de embolia pulmonar puede ser reducido haciendo deporte o ejercicio después de viajes largos y también evitando empezar el tratamiento justo después de la llegada al destino. Personas con problemas de hemorragias, coágulos crónicos, o personas que se han visto involucradas recientemente en accidentes que les han provocado moretones y sangrado deberían ser excluidas del tratamiento.

    Otra causa de efectos adversos es la interacción de la iboga o ibogaína con otras drogas o fármacos. Antes de tomar ibogaína, la persona interesada no debería tomar drogas durante el periodo de tiempo suficiente para asegurar que la droga ha sido eliminada. Esto depende de la vida media de cada droga, y es distinta para cada sustancia. Por otro lado, alimentos y sustancias que se metabolizan mediante las enzimas CYP2D6 (una enzima implicada en el metabolismo de muchos fármacos) deberían evitarse, ya que podrían interactuar con la ibogaína, y potenciar sus efectos de bradicardia y de prolongación del intervalo QT. En Internet hay listas disponibles de tales sustancias. La quinina y el pomelo pertenecen a este grupo y deberían evitarse antes del tratamiento.

    Dado que hay muchas formas en las que se presenta la iboga, el tomar un material cuya composición química y potencia se desconocen es otro factor de riesgo. Es importante conocer la dosis exacta de lo que se consume para evitar sobredosificaciones o complicaciones.

    Riesgos psicológicos

    Aunque algunos centros aceptan a personas con trastornos psiquiátricos tales como el trastorno bipolar, el trastorno límite de la personalidad, etcétera – e incluso algunos pacientes refieren una mejora de su estado – no se sabe nada acerca de los efectos de la ibogaína en tales trastornos ni los riesgos que ello implica. Es un terreno arriesgado. En general, personas con trastornos psiquiátricos como los mencionados anteriormente, así como aquellas que sufren de esquizofrenia y de historia de psicosis, suelen ser excluidas de este tratamiento, puesto que la ibogaína podría provocar una reaparición de los síntomas o un empeoramiento de los mismos. De la misma manera, la interacción de la ibogaína con determinados psicofármacos puede ser peligrosa. Un chequeo psiquiátrico en profundidad así como la supervisión de un psiquiatra son importantes antes de someterse a tratamiento en caso de padecer algún trastorno psiquiátrico o estar tomando medicación.

    Además de los riesgos psiquiátricos, la iboga y la ibogaína suponen prácticas psicoactivas muy potentes que pueden inducir una experiencia introspectiva con la que no siempre resulta fácil lidiar. Se pueden producir episodios de ansiedad extrema, y en casos más serios, estados de paranoia. Un facilitador habilidoso puede dar el apoyo necesario a la persona y ayudarle a atravesar los episodios difíciles. Una preparación adecuada con la guía de un terapeuta puede ayudar en gran medida a adquirir confianza en uno mismo, adentrarse en la experiencia con un estado mental adecuado y estar preparado para eventuales experiencias difíciles.

    Prevalencia de uso

    Las prácticas de iboga e ibogaína han ganado popularidad, sobre todo en lo que respecta al tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias y, más recientemente, a la exploración psicoespiritual. Suele administrarse en centros o clínicas especializados en el tratamiento de los trastornos por consumo de sustancias. El abanico de estos centros es muy variado, desde clínicas legales que anuncian abiertamente sus servicios y cuentan con equipo y personal médico, hasta proveedores individuales que administran ibogaína en apartamentos o casas rurales a quienes buscan tratamiento por consumo de sustancias. Las crecientes tasas de trastorno por consumo de opiáceos, sobre todo en Norteamérica, han suscitado un creciente interés por el potencial de la iboga para apoyar la desintoxicación y la curación.

    Además, en una encuesta realizada por ICEERS en 2019, nos enteramos de que hay un número creciente de personas que están microdosificando con iboga (tomando pequeñas e imperceptibles dosis regularmente). Las motivaciones para esta práctica de microdosificación son diversas, y pueden incluir el deseo de ciertos beneficios para la salud o la búsqueda de conocimientos sobre temas de interés. Cuando la iboga se consume en pequeñas dosis, se dice que reduce el cansancio, el hambre y el sueño, y aumenta la capacidad de atención.

    Cada vez hay más grupos que realizan prácticas psicoespirituales con iboga fuera de África Central, algunos de ellos basándose en el Bwiti y en otras tradiciones espirituales de iboga, e incorporando elementos de las tradiciones en sus sesiones, como música, baños de plantas y ofrendas rituales. Este tipo de prácticas parece estar creciendo en popularidad; sin embargo, hay que tener en cuenta que con demasiada frecuencia los practicantes no están proporcionando un apoyo adecuado de detección o integración. Se debe tener cuidado para garantizar que los riesgos señalados anteriormente se tengan en cuenta tanto en los entornos clínicos como en los ceremoniales.

    En una encuesta de ICEERS de 2018 (realizada en el marco de un proyecto financiado por la Unión Europea), de 593 encuestados, todos ellos con experiencia con plantas psicoactivas, sólo 60 respondieron afirmativamente haber utilizado alguna vez la iboga. Este porcentaje es uno de los más bajos, junto con el khat, la Argyreia nervosa, el Incilius alvarius y las Daturas.

    Categories: Iboga e ibogaína , PsychePlants
    Tags: plantas psicoactivas , iboga , información , ibogaína , Bwiti , medicina tradicional

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