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    Perspectivas – Navegando por la complejidad del mundo etnobotánico a través de puntos de vista personales.

    Los ícaros de la ayahuasca, o ikaros, son cantos tradicionales indígenas amazónicos que se interpretan como acompañamiento de las ceremonias de curación con plantas sagradas. Son oraciones musicales que encarnan los poderes de los espíritus de las plantas y los animales, las deidades, los ancestros y las fuerzas elementales. Canalizados en esta realidad por los curanderos, se emplean como eficaces agentes curativos, poderosas armas espirituales o creadores de reinos inefables.

    Los ícaros existen tanto en forma de una biblioteca preestablecida a la que el chamán puede recurrir como en forma de melodías y letras novedosas que el reino de los espíritus les manifiesta en tiempo real para que las utilicen de acuerdo con las circunstancias de la ceremonia y las necesidades del paciente. Los chamanes pueden sintonizar con las frecuencias de estos reinos alterando su estado de conciencia mediante el uso de enteógenos como la ayahuasca.

     

    ¿De dónde provienen la música y las letras de los ícaros?

    Susana Bustos, psicóloga transpersonal y eminente investigadora del vegetalismo peruano (prácticas chamánicas de sanación con plantas), escribió su tesis doctoral sobre los orígenes y la aplicación de los ícaros. Su visión profunda y única aclara lo etéreo y difícil de comprender en términos de nuestra realidad que resulta esta práctica musical.

    Bustos explica en su tesis que los chamanes aprenden los ícaros a través de años de entrenamiento y comunión con las plantas, cuyos poderes deben utilizar con fines curativos o adivinatorios. Este entrenamiento se conoce comúnmente como la «dieta», y es la práctica de la que proviene la dieta previa a la ceremonia de ayahuasca.

    Durante la «dieta», que puede durar de varios meses a varios años, los chamanes pasan un tiempo aislados de la comunidad (lo cual no es raro, junto a otros chamanes en formación), ayunando con una dieta básica que incluye arroz, mandioca, plátanos, pescado y algunos animales de la selva. Están en comunión con la Planta Maestra una o varias veces al día (a veces se saltan un día), reuniendo poco a poco el poder, la perspicacia y el conocimiento del mundo espiritual. Aparte de la comida, también se abstienen de todas las demás actividades, dejando un amplio espacio para que la ayahuasca les reconfigure.

    A lo largo de su formación, los futuros chamanes establecen paulatinamente una estrecha conexión con sus maestros vegetales. A medida que esta resonancia crece, los sueños, la inspiración artística y la aptitud del chamán se diversifican y desarrollan también. En algún momento, los aprendices reciben cantos y canciones, que deben utilizar para llamar a las almas perdidas y a sus espíritus aliados, y reforzar o modular las acciones de los espíritus de las plantas.

    Éste es el relato de primera mano de un chamán sobre el proceso de recepción de un ícaro tal y como lo explica vibrantemente Bustos en esta entrevista: «Sólo escuchaba algo, como si hubiera alguien, una voz muy pequeña, en la parte de atrás de mi cabeza […] y estaba cantando algo, y me hizo cantar esa cosa, y repetirla y repetirla, hasta que conseguí la letra y conseguí la melodía». Bustos señala que, por lo general, la melodía se revela primero, y la letra del ícaro le sigue una vez que la recuerda.

    También hay otras formas de recibir ícaros. Los chamanes suelen enseñar a los aprendices a cantar estas melodías sagradas. Esto puede hacerse directamente, mediante la práctica explícita, o indirectamente, «absorbiendo» los ícaros del maestro, junto con sus otros conocimientos, durante años de formación.

    Además de transmitirlos voluntariamente, los ícaros también pueden ser robados. En las turbias aguas de la brujería amazónica, no es raro que chamanes maliciosos recorran enormes distancias para llegar a los curanderos poderosos, y luego asistan a su ceremonia disfrazados y «roben» su música de los ícaros. Sin embargo, la fuerza de los ícaros de segunda mano nunca puede igualar la de los recibidos directamente.

    Por último, incluso sin haber pasado por una dieta, los participantes habituales en las ceremonias de ayahuasca también pueden recibir ícaros si tienen una necesidad imperiosa de curación. No es raro escuchar cantos improvisados y espontáneos procedentes de un miembro del círculo de la ceremonia; estos cantos suelen describirse como procedentes de «otro lugar», actuando el individuo como médium de los mismos.

     

    ¿Cómo funcionan los ícaros?

    Aunque se manifieste en forma de melodías y letras, la música del ícaro es en realidad una expresión de energía de otro mundo canalizada por el receptor. Entrar en un estado alterado de conciencia, ya sea por el consumo de ayahuasca o por la realización de actividades como el tamborileo rítmico, la danza, las sacudidas o la respiración, o una combinación de múltiples modalidades, permite al alma trascender esta realidad y establecer una conexión con el más allá.

    En este estado, se invoca a los espíritus y se llega al consenso de que el individuo que los invoca les permitirá «tomar el control» para realizar su trabajo. Así, los chamanes básicamente se «ahuecan» para dar cabida a los espíritus. En ese momento, sus energías se combinan y pueden moverse a través del cuerpo del chamán, saliendo en forma de longitudes de onda que detectamos como sonido.

    Sin embargo, los ícaros no son un sonido ordinario. En ellos hay un contenido espiritual que está fuera del alcance de cualquier explicación verbal o musicológica. Estas vibraciones de otro mundo se comunican y resuenan con el cuerpo energético de su objetivo. El alma, en su totalidad o en parte, puede entonces realinearse según el plano que los ícaros le trazan. Así es como funciona el proceso de curación a través de los ícaros.

    Los ícaros son dinámicos y a veces completamente espontáneos. Dependiendo de lo que el chamán y los espíritus puedan percibir sobre el paciente con el que están trabajando, los ícaros generados pueden curar, proteger, o de muchas maneras diferentes inducir la manipulación energética para lograr lo que el paciente necesita. Incluso pueden comunicar energías de fuerzas elementales, crear paisajes o reinos inefables, inducir sentimientos específicos o manifestar espíritus y deidades animales y vegetales como aliados de su receptor.

    Mientras cantan los ícaros, los curanderos pueden identificarse o transformarse espiritualmente en las entidades cuyos poderes están canalizando. Pierden sus egos y entran en un estado de completo flujo o resonancia con la fuente del ícaro. Diferentes curanderos están mejor sintonizados con diferentes frecuencias de estas transmisiones energéticas, y su trabajo de curación será de distintas cualidades de acuerdo a esa «sintonía».

    Además del canto, los ícaros se complementan con otras acciones rituales que los chamanes suelen realizar para potenciar o modular sus efectos. La agitación de una chakapa (un haz de hojas secas que producen un sonido parecido al de un sonajero cuando se agitan) es una técnica tradicional de limpieza que se realiza sobre los participantes, el espacio ceremonial, así como para acompañar rítmicamente el canto. El mapacho (tabaco sagrado amazónico) también se fuma y se sopla por toda la maloca (choza ceremonial) y sobre los participantes para disipar las energías negativas. Por último, el chamán produce una serie de sonidos durante el ícaro, entre los que se incluyen diversos efectos sonoros, sonidos de purga, silbidos y habla en lenguas.

    Para que los ícaros tengan éxito, es necesario que su destinatario esté totalmente abierto a abrazar su poder. Cualquier resistencia provoca un estado energético desfavorable y dificulta el establecimiento de una resonancia entre los espíritus y el cuerpo energético del paciente. La resistencia puede producirse por barreras personales subconscientes, como la falta de creencia en el proceso de curación o el miedo a profundizar demasiado, o por una razón más explícita, como la falta de confianza en el chamán o en el centro. El curandero puede ser capaz de disipar esta resistencia limpiando al paciente de negatividad; en casos más serios, se necesitan múltiples ceremonias para llegar al nivel de confianza necesario para poder actuar.

     

    ¿Para qué se utilizan los ícaros?

    Los curanderos tejen los ícaros para una variedad de propósitos. Pueden extraerse de una biblioteca de melodías que puede estar compuesta por cientos de canciones distintas en muchos idiomas diferentes (mundanos o de otro mundo). Estos ícaros «estándar» se suelen cantar para abrir y cerrar la ceremonia, y para establecer un escudo de protección energética para el espacio. También pueden adaptarse de forma intuitiva o producirse espontáneamente según el paisaje energético específico que perciba el chamán, o al realizar un trabajo individual con los participantes o pacientes.

    Aunque son enormemente diversos, algunas de las categorías más estándar de ícaro incluyen:

    • Protección. Los chamanes utilizarán estos ícaros para establecer un espacio seguro alrededor del área de la ceremonia, y para equiparse a sí mismos y a los participantes con escudos energéticos de defensa. Invocarán a los espíritus de ciertas plantas y animales aliados que tengan este tipo de cualidades, y les pedirán que hagan guardia o se adhieran a todos los participantes en la ceremonia y los defiendan de los ataques.
    • Inducir las visiones. Estos ícaros se cantan para establecer una conexión energética entre los participantes y los espíritus. Los chamanes pretenden vincular sus líneas energéticas entre sí o facilitar el transporte de los cuerpos energéticos al reino de los espíritus. Una vez en resonancia, se producen visiones de los otros mundos.
    • Crear reinos. Los chamanes también pueden abrir portales a diferentes reinos y entidades espirituales. Cantar a los espíritus de los pájaros, los peces o las boas puede, además de invitar a la presencia de estos espíritus, servir para transportar las almas de los participantes a sus moradas.
    • Estabilizar las visiones. A veces, la experiencia de la ayahuasca puede volverse intensa y salvaje. En estos casos, los chamanes pueden cantar ícaros para estabilizar el espacio de la visión. Éstos también pueden servir de salvavidas para quien su alma se haya alejado, atraída por el paisaje cambiante. En estos casos, es posible deslizarse a un reino oscuro o a un estado abrumado, del que puede ser difícil regresar. Trazar el camino de vuelta a la seguridad utilizando la melodía del ícaro puede servir de gran ayuda.
    • Invocación de espíritus sanadores. Los chamanes pueden invocar las energías de cualquier entidad con la que hayan establecido una resonancia, ya sean plantas sanadoras, animales aliados, ancestros, figuras míticas, elementos, deidades u otros. Estas invocaciones se basan en la energía establecida durante la dieta del sanador con la planta específica, o la conexión espiritual con una entidad.
    • Limpieza. Algunos ícaros tienen como objetivo crear una tormenta energética en el interior de los participantes para separar las energías positivas de las negativas. Estas últimas pueden salir a la superficie, momento en el que pueden proyectarse en la conciencia, provocando visiones desgarradoras. Éstas, a su vez, pueden conducir a la purga y a la extracción de la negatividad.
    • Cambio de energías. Ciertos ícaros también puede hacer que las energías se transfieran de un participante a otro o de un participante al chamán. Durante este proceso, las energías que conviene purgar viajan a lo largo de la matriz energética que el ícaro teje por todo el espacio de la ceremonia. Según otros testimonios, es posible que también se envíen a través del tiempo de esta manera.
    • Curación. Estos ícaros son cantos de luz pura, que inducen sentimientos divinos y dichosos en los participantes mientras realizan profundas reparaciones energéticas en ellos. Trabajan sobre la unidad mente-cuerpo-espíritu, e invocan el poder de todos los aliados espirituales curativos con los que el chamán está familiarizado. Pueden dirigirse a la mente consciente o subconsciente del individuo, al cuerpo en su conjunto o a partes u órganos específicos, y pueden proporcionar recalibración, amor perdido, experiencias sensoriales, liberación emocional, comprensión o cualquier otra cosa que sea necesaria para la curación.
    • Batalla. Hay ícaros que se utilizan en casos de brujería o ataques energéticos malévolos. El chamán invoca a los espíritus de entidades poderosas, violentas y peligrosas para alejar un ataque o eliminar la brujería.
    • Manipulación. Ciertos ícaros pueden utilizarse para ejercer influencia sobre alguien con el fin de lograr un determinado objetivo. Suelen utilizarse para desmantelar patrones destructivos de pensamiento y comportamiento, pero en las manos equivocadas pueden servir como armas peligrosas. Uno de los ícaros más conocidos de este tipo es el huarmi icaro, que funciona como un «hechizo de amor».
    • Sellado energético. Los ícaros pueden ayudar al funcionamiento saludable del cuerpo energético del receptor, manteniendo las influencias de los espíritus sanadores dentro del cuerpo físico después de la ceremonia y protegiendo al portador de las energías negativas. Una categoría importante de ícaro de este tipo se conoce como los ícaros de Arkana.
    • Cierre. Ícaros estándar que se cantan para cerrar la ceremonia y los cuerpos energéticos de los participantes.

     

    La magia de los ícaros

    Los ícaros constituyen una parte integral de la curación en las ceremonias de ayahuasca. Aunque las palabras no resultan suficientes para describir su poder intangible, son un arma esencial en el arsenal de cada chamán por una buena razón.

    Aprendiendo más sobre ellos, podemos entender su importancia y aumentar nuestra sensibilidad sobre su funcionamiento. Abrirse a sentir su intrincado papel cada vez más en la ceremonia puede, a su vez, permitir que su poder curativo alcance su pleno potencial transformador.

     

    Artículo original de Xavier Francuski en Entheonation: ‘What Are Ayahuasca Icaros & How Do They Work?’

    Foto de Magic Bowls en Unsplash.

     

    Leer el artículo original

    Xavier Francuski

    Xavier Francuski

    Born in Asia, grew up in Europe, lived in the Americas, Xavier's uprooted existence fuels his instinct for exploration. With a background in research psychology, he tries to reconcile the astounding nature of the realms beyond with what sense we can make of them in this one.

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