ICEERS | 9 febrero 2023
¿Por qué no deberías tomarte literalmente lo que te «dice» la ayahuasca? Desde su lanzamiento en 2013, el Centro de Apoyo de ICEERS ha trabajado con más de mil personas que han tenido experiencias difíciles con plantas maestras. Este artículo, el segundo de nuestra serie de entrevistas con David Londoño (Parte I, Parte III) desentraña una tendencia común en los círculos de medicina en Occidente.
«La ayahuasca me dijo» es una frase que se escucha con frecuencia en los círculos de integración, donde las personas interpretan literalmente los mensajes como si procedieran «de la planta» en lugar de emerger de su propio mundo interno. David, coordinador del Centro de Apoyo ICEERS, comparte una visión más profunda.
¿Puedes dar un ejemplo de cuándo alguien afirmó que una planta medicinal le «dijo» que hiciera algo?
David Londoño: Te conté lo de ese hombre de Yurimaguas, en la selva peruana, que había ido a la ceremonia a preguntar dónde estaba su hijo desaparecido. En la noche, la ayahuasca «le dijo» que a su hijo lo había matado un vecino, y al día siguiente el hombre fue y mató al vecino. El hijo apareció días después, se había perdido en el monte…
La versión más extrema de este fenómeno es el asesinato, pero hay una gran cantidad de situaciones que son mucho más sutiles, en las que personas llegan a conclusiones o toman graves decisiones equivocadas, en las que se separan o cambian de país o le dan una cantidad enorme de dinero a alguien, y esas personas toman esas decisiones con base en algo que supuestamente les dijo la planta y que cuando se «recibe» durante la experiencia, se siente como algo muy cierto, muy verdadero, y proveniente de fuera.
He encontrado todo tipo de casos así: gente que toma grandes decisiones basadas en lo que «le dijo la planta» (o los ángeles, o Dios, etc.) y que, pasado el tiempo, se da cuenta de que fue un absoluto error. Y hay que prestar atención, porque a casi todos la ayahuasca nos dice cosas…
Al descubrir el error, algunos se quedan decepcionados con la planta. Eso lo que quiere decir es que no existe en nuestra cultura una sabiduría que nos permita distinguir cuándo lo que sentimos que nos dice la planta es legítimo, y cuándo es algo que no proviene de la planta, sino desde otro lugar. Hay chamanes que hablan de visiones falsas y visiones verdaderas, y de la importancia de desarrollar los criterios para discernir unas de otras. No es algo para lo que haya una receta rápida, sino que es un discernimiento que se entrena durante muchos años, y para el que también necesitas gente que te enseñe a distinguir lo que viene de deseos inconscientes, o de temores, o de fantasías, y lo que viene desde un lugar más verdadero.
No hay una receta rápida pero sí unos criterios. Uno de ellos es el criterio del bien común: la planta no te va a manifestar jamás un mensaje que te dañe a ti mismo o te lleve a dañar a otra persona. La planta tampoco te va a llevar a sentirte patológicamente culpable de nada, sí a hacerte responsable de una situación que pasó, pero no a sentirte culpable.
Otro criterio tiene que ver con el hecho de hablar al respecto con alguien más, específicamente una persona que tenga experiencia profunda trabajando con plantas o integración, de modo que, al compartirlo, esa persona te pueda orientar cuando te estés perdiendo. Es decir, el otro criterio es contar con una fuente externa, que te va a sacar de un lugar de soledad, autorreferencial, y te va a hacer consciente de tus propios puntos ciegos, que te pueden hacer interpretar las cosas de maneras problemáticas. Todos tenemos puntos ciegos: por tanto, al poder compartir con otra persona con mayor experiencia, ella podrá ayudarte a distinguir si la conclusión a la que llegaste es acertada y sana.
Existe otro criterio y es que las plantas no te van a obligar a hacer algo. Nunca te van a decir que tienes que convertirte en chamán, o donar todo tu dinero al chamán, o ayunar durante quince días. Ese tipo de cosas, que vienen desde la obligatoriedad, casi siempre tienen que ver con algo que no es sano ni verdadero.
En resumen, estos criterios serían:
- El sentido del bien común.
- Posibilidad de hablarlo con otra persona.
- No obligatoriedad del mensaje.
Desde un punto de vista neurofisiológico, ¿cómo actúan las plantas maestras para que tengamos la sensación de que sus mensajes vienen de la planta y no de nosotros mismos?
Ésa es una gran pregunta. Es una gran pregunta sobre la que no hay una respuesta fácil. Por otra parte, la pregunta presupone que esa sensación que describes tiene una base neurofisiológica y puede que no sea así. La complejidad de todo esto puede ser mucho mayor, como para reducirlo únicamente a la neurofisiología.
El fondo de la cuestión es muy importante, porque es diferente decir «recibí el mensaje de que tengo que pelear con una persona X» a «tuve una visión que me ayuda a conectarme con la rabia que tengo». La interpretación que tú haces del material que te llega te lleva por caminos muy diferentes, ahí es donde aparece el trabajo con otra persona que nos ayude a interpretar.
Los mensajes que recibes en la ayahuasca son inefables. Sin embargo, el trabajo de integración consiste en poner palabras a las visiones y sensaciones. ¿Cómo es posible compatibilizar ambas cosas?
Existen distintos estilos de integración, y cada quien integra desde un marco de referencia diferente. Hay quien integra desde una línea más gestáltica, desde una perspectiva narrativa, mediante trabajo corporal… Llevar las cosas al mundo de la palabra es muy importante, porque si no es muy fácil que la experiencia se quede en un lugar muy etéreo, y que las lecciones resulten abstractas, indefinidas. El acto de llevar eso a la palabra ayuda a aterrizar la experiencia.
Por supuesto, yo creo que hay un arte para que la experiencia no pierda su cualidad, que va más allá de la razón. No se trata de reducirla a palabras, pero sí de ponerle palabras, y al ponerle palabras uno puede conectar más eso que antes estaba en lo etéreo con la vida que llevamos aquí en la Tierra. La palabra no es lo único, pero es importante.
¿Se corre el peligro de que el facilitador «reinterprete» la experiencia ajena al pasarla por su propio «filtro»?
Eso es muy descuidado. Ésos son los riesgos de realizar la integración sin el debido entrenamiento, que consiste precisamente en tomar una experiencia que le pertenece a un otro y «traducirla» según los propios códigos, de modo que, en lugar de ampliar y profundizar, empobrece, coloniza y aplana la experiencia del otro. Por eso la integración no es algo fácil, sino que requiere mucha formación y experiencia.
No consiste en que la gente cuente simplemente lo que le pasó. Es necesario tomar lo que le sucedió al otro con el mayor respeto del mundo y poder devolvérselo de modo que le ayude, sin maltratar la esencia de lo que vivió, sin invadir su experiencia.
¿Cómo puede alguien formarse como integrador?
El mundo psicodélico ha empezado a tomar conciencia hace muy poquito de la importancia de la integración. La calidad de la integración es un criterio importante en una buena experiencia de ayahuasca. El mundo psicodélico se está empezando a enterar de que esto no es un beneficio, sino que es una clave. Podríamos hablar largamente sobre la formación de una persona que realiza integración, pero creo que lo fundamental son tres áreas: formación en psicoterapia, amplia experiencia con estados alterados de conciencia y formación específica en integración. ICEERS va a ofrecer un curso corto y otro más largo, con la idea de difundir saberes y buenas prácticas en torno a la integración.
¿Cómo se entiende la integración en el mundo tradicional de la ayahuasca?
De la medicina tradicional amazónica nos llega la ayahuasca, porque es lo que más nos impresiona, por su efecto, por las visiones… Pero este sistema es enorme, impresionante. Hay un montón de plantas y de prácticas cuyas relaciones están tejidas a la ayahuasca. Su cultura tiene un sistema de vida y de conocimiento en el que se establece una relación con la planta más sana y más constructiva. Nosotros nos solemos acercar a la planta como si fuera una simple sustancia, y eso es bastante empobrecedor y hasta peligroso.
En el mundo indígena hay todo un soporte cultural que da los códigos, las historias, las canciones… Hay un sistema muy complejo, rico, y una cosmovisión que permite que lo que viven con las plantas lo procesen de una manera orgánica y mucho más segura. También tienen un gran respeto por sus mayores, que son personas que pueden tener 70 o 75 años de experiencia con plantas. Cuando hay una pregunta puedes acudir al mayor, a tu linaje.
Por contraste, en las sociedades del Norte Global, los mayores están abandonados en los asilos y el ideal es ser joven. La cultura occidental nos ha transmitido poco y mal sobre lo que es el mundo interno y la dimensión espiritual. A lo sumo nos ha dicho que es folclore y que no hay que darle importancia. La racionalidad de esta cultura nos ha preparado poco para un tipo de experiencia en la que hay una gran potencia, tanto en cuanto a contenidos internos como espirituales.
Los pueblos originarios tienen siglos y siglos de experiencia con estas prácticas y estados de conciencia, mientras nosotros recién estamos empezando a conocerlos. Hay quien se obsesiona con que lo importante del mundo indígena es la receta para preparar la planta o incluso poner por escrito el conocimiento, como si su conocimiento fuera solamente intelectual y fácilmente convertible en palabra. Sin embargo, no nos damos cuenta de que es mucho más amplio que eso, e incluye los valores con los que viven y sus hábitos, y son ésos los que los llevan a situar la experiencia con la planta en un lugar mucho más apropiado. Por supuesto, esto no implica que en el mundo indígena no haya problemas o que sea un mundo ideal.
¿Puedes poner un ejemplo del Centro de Apoyo de ICEERS?
Hace unos meses se puso en contacto con el Centro de Apoyo de ICEERS un joven que había tomado ayahuasca en el sur de Europa. Describió la experiencia como «la más horrible de su vida». Se había acercado a la planta con antecedentes de depresión, estrés postraumático y una gran necesidad de respuestas. Durante el retiro fue presionado para tomar más, lo cual es un clásico porque muchos guías inexpertos apuestan a dar más planta sí o sí, y muchos participantes fracturados provienen de guías que les dieron demasiada planta.
En la ceremonia su experiencia fue aterradora y abrumadora, sin insights, perdió contacto con su cuerpo, se sintió en un lugar completamente perdido y vacío. Lo peor vino los días siguientes, durante los que se sintió con pánico, estaba incapaz de concentrarse, con dificultad para realizar tareas cotidianas como trabajar o cocinar, viviendo flashbacks constantes de estar en un espacio de vacío total, con temor incluso a dormir por la posibilidad de regresar al lugar donde había estado durante la toma de planta, paranoia y miedo a enloquecer. Esa persona tenía miedo de tomar ayahuasca porque era consciente de su soledad, de la falta de red de apoyo y del riesgo que ello implicaba, pero los guías le insistieron, diciendo que iba a ser la mejor experiencia de su vida.
Al inicio de su proceso de integración, necesitaba fundamentalmente alguien con quien hablar, ser escuchado, sentirse entendido sin ser estigmatizado o juzgado por haber «tomado drogas», lo cual probablemente habría sucedido si hubiese ido a un hospital mental. Entre todas las dificultades que atravesaba, la principal demanda era la de compañía. Y ésa es una de las cosas que hacemos en el centro de apoyo: acompañar.
Teniendo un problema previo y fundamental en su vínculo con los demás, a través de encontrar una escucha empática y sin juicio y un vínculo seguro, pudo comprender mejor su experiencia, entender que la ayahuasca amplificó su tendencia a desconectarse de su propio cuerpo (cuerpo que él mismo rechazaba) y cómo, en ocasiones, podía proyectar el rechazo que sentía por sí mismo hacia los demás, sintiéndose rechazado por los otros, contribuyendo dicha dinámica a su aislamiento. Entonces, pudo dar pasos hacia usar la crisis para construir su autoconocimiento, discernir los aprendizajes fundamentales, salir del aislamiento y empezar a considerar pasos más seguros hacia su recuperación. Un tiempo después de ser atendido, nos escribió contando que ya no tenía dificultades respecto a su experiencia con ayahuasca, estaba muy interesado en conectarse con otras personas en su contexto y seguía llevando a su vida la ceremonia desde un lugar mejor orientado, así como más seguro y cuidadoso.
Este ejemplo nos muestra cómo un proceso de integración adecuado, que incluya examinar las interpretaciones de lo que «dijo la ayahuasca», puede ayudar a transformar una crisis grave o un «mal viaje» en una experiencia de aprendizaje significativa. Este proceso puede generar una visión más fructífera de la vida y de uno mismo.
Foto de Benjamin De Loenen.
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